15 de noviembre de 2007

Campaña "tenemos ganas" (idea y dirección)

Festival de Lima - gallina (idea y concepto)


Universidad coherente (idea y concepto)

Liderman (idea y concepto)


Festival de Lima (idea y concepto)


Transportadora de Gas del Perú (idea)


USMP (idea y concepto)


USMP (idea y concepto)


USMP - Copa Libertadores


Telefonica - verano


SUZUKI - nuevo ALTO


SUZUKI - nuevo ALTO


SUZUKI - nuevo ALTO


Cibertec - entrevista

Aceros Arequipa - supersticioso



Festival de Lima - sensible



Festival de Lima - hamburguesa



Telefonica - cortante

Telefonica - charapa

Artículo - publicado en Gestión

El gusto de innovar por gusto

La semana pasada fui a un bar barranquino para ver un concierto de rock. Pero al entrar sentí una atención extraña, más miradas de las que correspondían para alguien que no era de la banda.

Luego entendí. Traía zapatos, camisa, pantalón y hasta un saco sobre el brazo. Fui disfrazado de señor a un concierto de rock n roll y obviamente llamé la atención.

He revisado nuevamente este episodio con Luciano, mi dupla creativa en Toronja. Lo hemos hecho para escribir este artículo, entendiendo que lo que pasó esa noche fue cosa de empaques.

Y es que todos sabemos que el empaque de un producto es importante. Finalmente es lo primero que uno vende. Pero nuestro análisis se centró en si un empaque innovador realmente es mejor para el producto. Lo es?

El empaque tiene funciones como llamar la atención o brindarle protección al producto, pero estas van más allá. También lo posiciona, lo segmenta y da información crucial sobre él.

En el concierto, yo (con mi empaque innovador) informé que: a) Tengo un trabajo formal, b) Me siento cómodo con la ropa seria, c) Soy serio, d) Tuve una cita elegante antes del concierto, e) No me dio tiempo de cambiarme, f) Trabajo hasta tarde, etc.

De las seis afirmaciones anteriores solo eran ciertas tres. Por lo tanto si yo hubiera querido comunicar algo con mi ropa lo hubiera hecho de una manera imprecisa y dañina para mis intereses.

Nuestra conclusión fue que un empaque innovador no es bueno en sí mismo. Este tiene que responder a una finalidad puntual: Hacerle la vida más fácil al consumidor. Eso hará la diferencia entre el niño que bota el empaque de su juguete y el que se queda con la caja para jugar a los castillos con ella.

En nuestra experiencia podemos mencionar la hoja del tamal. Un lindo empaque natural al que le dimos otro uso y que respondió a la preferencia del consumidor hacia lo propio, lo regional y lo reciclable.

Hay empaques para todos. Juguetes con empaque de chocolate, pantalones especiales que nos empaquetan mejor, o caramelos que se venden por la funcionalidad de su cajita.

En todo caso el empaque funcionará siempre y cuando nunca dejemos de lado a nuestros consumidores. Finalmente todo depende de quién esté en ese bar, observándonos.

Daniel Olivares
Luciano Leone
Dupla creativa
Toronja Comunicación Integral

Artículo - publicado en CARAS

Mi gran bodega

Nacemos y vivimos para satisfacernos. Para calmar nuestros impulsos, nuestras ganas de algo. Trabajamos, amamos y hasta sonreímos para ser engreídos.

Pero que mejor lugar para engreírse que uno que lo tiene todo!

Y es que cuando uno tiene un antojo no identificado, no se va al frío almacén, sino a la bodeguita donde hay de todo y todo bueno, donde a uno lo saludan y hasta le fían.

Nuestra diversidad nos permite combinar cosas que un no peruano podría considerar contradictorias y hasta imposibles. Se convierte nuestra bodeguita en una gran bodega de engreimientos.

Así en un mismo lugar hay mariscos frescos, sierras de sol seco, bosques llenos de criaturas, olas perfectas, ajo y ají, piuranos sonriendo y chiclayanas siendo lindas. Aquí decimos del pepe su amigo, bacán y mostro. Tenemos chifas, casi todos los microclimas, desiertos, Iquitos, Cuzco y sus nubes. Pisco sour, lonchecito de pan con mantequilla, marinera, volcanes, balcones y más.

A nuestra gran bodega hay que quererla, cuidarla, hacerla crecer. Eso si, cuando crezca no dejemos que nadie nos la quite. Porque si bien hay motivos para irse, siempre hay más para volver.